Y esta cara, ya ves.
Noches y noches, y más noches.
Días y días, más días.
Despierto un día y el sol no se ha vestido.
Salgo a la calle y las farolas siguen vivas.
La piel me reacciona y grita.
El camino se hace largo,
pero cada paso y cada casa que adelanto
me pongo cerca de mi hogar.
Llego.
Y ahora solo duermo para volver de donde venía.
Vuelvo a mi auténtico hogar.
Ahora me viste el sol a mí. El mar es mi cama
y en ella dormimos profundamente, cual osezno y osezna.
Nuestra piel es una: suave como el primer día.
El camino ya no existe. Vuelvo a ser mi hogar.
Nunca viviendo en este sueño me quejaré de lo cruel que es el mundo.
-Yo.